domingo, 30 de marzo de 2014


[...] Cortázar era un hombre vital y profundamente optimista, un hombre que creyó siempre en la construcción de una sociedad que no estuviera basada en la explotación. Una batalla perdida no era nunca la derrota definitiva. [...]
 
En todo caso, esta es la historia de un hombre que nunca renunció a empuñar las armas que de verdad sabía emplear, las palabras. Con ellas construyó, sin duda, un hombre nuevo que nace en cada uno de los lectores capaces de aceptar el juego que su literatura propone, un juego que, como todos, debe jugarse a fondo y con todas las consecuencias. Que la literatura y la vida no pueden separarse es uno de los aprendizajes que nos dejan sus libros y todos los textos que escribió como aportación al combate contra la deshumanización de un mundo que no estaba dispuesto a aceptar como el único posible.
 
Raquel Arias Careaga, Julio Cortázar. De la subversión literaria al compromiso político, Madrid, Sílex, 2014
 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario