Cuarenta y cuatro años...
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lunes, 26 de septiembre de 2016
jueves, 10 de julio de 2014
Delicia de perderse en la imagen presentida. Yo me levanté de mi cadáver, yo fui en busca de quien soy. Peregrina de mí, he ido hacia la que duerme en un país al viento.
Alejandra Pizarnik, de «Caminos del espejo», (Extracción de la piedra de locura), en Poesía completa, Barcelona, Lumen, 2003 (sexta edición)
miércoles, 7 de mayo de 2014
A Martha Isabel Moia
en esa noche en este mundo
las palabras del sueño de la infancia de la muerte
nunca es eso lo que uno quiere decir
la lengua natal castra
la lengua es un órgano de conocimiento
del fracaso de todo poema
castrado por su propia lengua
que es el órgano de la re-creación
del re-conocimiento
pero no el de la resurrección
de algo a modo de negación
de mi horizonte de maldoror con su perro
y nada es promesa
entre lo decible
que equivale a mentir
(todo lo que se puede decir es mentira)
el resto es silencio
sólo que el silencio no existe
no
las palabras
no hacen el amor
hacen la ausencia
si digo agua ¿beberé?
si digo pan ¿comeré?
las palabras
no hacen el amor
hacen la ausencia
si digo agua ¿beberé?
si digo pan ¿comeré?
en esta noche en este mundo
extraordinario silencio el de esta noche
lo que pasa con el alma es que no se ve
lo que pasa con el espíritu es que no se ve
¿de dónde viene esta conspiración de invisibilidades?
ninguna palabra es visible
extraordinario silencio el de esta noche
lo que pasa con el alma es que no se ve
lo que pasa con el espíritu es que no se ve
¿de dónde viene esta conspiración de invisibilidades?
ninguna palabra es visible
sombras
recintos viscosos donde se oculta
la piedra de la locura
corredores negros
los he recorrido todos
¡oh quédate un poco más entre nosotros!
mi persona está herida
mi primera persona del singular
mi primera persona del singular
escribo como quien con un cuchillo alzado en la oscuridad
escribo como estoy diciendo
la sinceridad absoluta continuaría siendo
lo imposible
¡oh quédate un poco más entre nosotros!
escribo como estoy diciendo
la sinceridad absoluta continuaría siendo
lo imposible
¡oh quédate un poco más entre nosotros!
los deterioros de las palabras
deshabitando el palacio del lenguaje
el conocimiento entre las piernas
¿qué hiciste del don del sexo?
oh mis muertos
me los comí me atraganté
no puedo más de no poder más
deshabitando el palacio del lenguaje
el conocimiento entre las piernas
¿qué hiciste del don del sexo?
oh mis muertos
me los comí me atraganté
no puedo más de no poder más
palabras embozadas
todo se desliza
hacia la negra licuefacción
todo se desliza
hacia la negra licuefacción
y el perro del maldoror
en esta noche en este mundo
donde todo es posible
salvo
el poema
hablo
sabiendo que no se trata de eso
siempre no se trata de eso
oh ayúdame a escribir el poema más prescindible
el que no sirve ni para
ser inservible
ayúdame a escribir palabras
en esta noche en este mundo
sabiendo que no se trata de eso
siempre no se trata de eso
oh ayúdame a escribir el poema más prescindible
el que no sirve ni para
ser inservible
ayúdame a escribir palabras
en esta noche en este mundo
Alejandra Pizarnik, «En esta noche, en este mundo», Los pequeños cantos (en Poesía completa, Barcelona, Lumen, 2005)
miércoles, 22 de enero de 2014
lunes, 25 de noviembre de 2013
miércoles, 11 de septiembre de 2013
I
El lenguaje silencioso engendra fuego. El silencio se propaga, el silencio es fuego.
Era preciso decir acerca del agua o simplemente apenas nombrarla, de modo de atraerse la palabra agua para que apague las llamas de silencio.
Porque no cantó, su sombra canta. Donde una vez sus ojos hechizaron mi infancia, el silencio al rojo rueda como un sol.
En el corazón de la palabra lo alcanzaron; y yo no puedo narrar el espacio ausente y azul creado por sus ojos.
II
Con una esponja húmeda de lluvia gris borraron el ramo de lilas dibujado en su cerebro.
El signo de su estar es la enlutada escritura de los mensajes que se envía. Ella se prueba en su nuevo lenguaje e indaga el peso del muerto en la balanza de su corazón.
III
Y el signo de su estar crea el corazón de la noche.
Aprisionada: alguna vez se olvidarán las culpas, se emparentarán los vivos y los muertos.
Aprisionada: no has sabido prever que su final iría a ser la gruta a donde iban los malos en los cuentos para niños.
Aprisionada: deja que se cante como se pueda y se quiera. Hasta que en la merecida noche se cierna la brusca desocultada. A exceso de sufrimiento exceso de noche y de silencio.
IV
Las metáforas de asfixia se despojan del sudario, el poema. El terror es nombrado con el modelo delante, a fin de no equivocarse.
V
Y yo sola con mis voces, y tú, tanto estás del otro lado que te confundo conmigo.
Alejandra Pizarnik, "Endechas", El infierno musical, en Poesía completa (edición a cargo de Ana Becciu), Barcelona, Lumen, 2003 (6ª edición)
viernes, 28 de diciembre de 2012
Delicia de perderse en la imagen presentida. Yo me levanté de mi cadáver, yo fui en busca de quien soy. Peregrina de mí, he ido hacia la que duerme en un país al viento.
Alejandra Pizarnik, de «Caminos del espejo», (Extracción de la piedra de locura), en Poesía completa, Barcelona, Lumen, 2003 (sexta edición)
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