Es
muy larga y no quiero traerla entera, pero sí compartir algunas
estrofas de la Epístola satírica y censoria contra las costumbres
presentes de los castellanos, Escrita a don Gaspar de Guzmán, Conde de
Olivares, en su valimiento, de Francisco de Quevedo...
No he de callar, por más que con el dedo, Ya tocando la boca o ya la frente, Silencio avises o amenaces miedo. ¿No ha de haber un espíritu valiente? ¿Siempre se ha de sentir lo que se dice? ¿Nunca se ha de decir lo que se siente?
Hoy, sin miedo que libre escandalice, Puede hablar el ingenio, asegurado De que mayor poder le atemorice;
En otros siglos pudo ser pecado Severo estudio y la Verdad desnuda, Y romper el Silencio el bien hablado.
Pues sepa a quien lo niega, y quien lo duda, Que es lengua la Verdad de Dios severo, y la Lenuga de Dios nunca fue muda.
Son la verdad y Dios, Dios Verdadero: Ni eternidad divina los separa, Ni de los dos alguno fue primero.
Si Dios a la Verdad se adelantara, Siendo Verdad, implicación hubiera En ser, y en que Verdad de ser dejara.
La justicia de Dios es verdadera, Y la misericordia y todo cuanto Es Dios, todo ha de ser verdad entera.