Cuántas veces he querido borrar con un trapo mojado
lo escrito en la pizarra,
cancelar las palabras huecas,
el exceso de fechas, los proyectos, los trabajos atrasados,
los objetivos desmesurados
o de pequeño fuste,
las obligaciones siempre embarazosas al final.
Cuántas veces he querido adormecerme
contemplando una tarde lluviosa de agosto,
olvidándomede ideas, imágenes, argumentos,
perderme en fantasías inciertas
o rendirme en el umbral del sueño
a la tentación de la no existencia.
Y pedir perdón
a los que en la hora fatídica no me encontrasteis
en el lugar previsto, en los recodos de la vida.
Con frecuencia procuré
acomodar mi vida a lo escrito en la pizarra,
pero el ángel caído de paraísos de vanidad era oscuro,
y siempre abatido por la fatiga de la desesperanza.
Xabier Lete, Las ateridas manos del alba (traducción de Jabier Imaz Aierbe y José Ángel Irigaray), Pamplona, Pamiela, 2011
Me ha encantado. Perfecto para la vuelta a la pizarra, después de estar en Bilbo.
ResponderEliminarMe alegro de que te haya gustado. Creo que las palabras de Lete hay que beberlas despacito, invitan a un viaje interior tal vez no siempre grato pero siempre necesario. Ese poso de tristeza y sin embargo...
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