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Ninguno comprendíamos el secreto nocturno de las pizarrasni por qué la esfera armilar se exaltaba tan sola cuando la mirábamos.
Sólo sabíamos que una circunferencia puede no ser redonda
y que un eclipse de luna equivoca a las flores.
y adelanta el reloj de los pájaros.
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Ninguno comprendíamos nada:
ni por qué nuestros dedos eran de tinta china
y la tarde cerraba compases para al alba abrir libros.
Sólo sabíamos que una recta, si quiere, puede ser curva o quebrada
y que las estrellas errantes son niños que ignoran la aritmética.
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Rafael Alberti, "Los ángeles colegiales", en Sobre los ángeles
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