Soy mal público para mi memoria.
Quiere que continuamente escuche su voz,
y yo no dejo de moverme, carraspeo,
escucho y no escucho,
salgo, regreso y vuelvo a salir.
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Quiere ocupar mi atención y mi tiempo por completo.Cuando duermo le resulta fácil.
De día, depende, y eso le molesta un poco.
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Me desliza insistente antiguas cartas, fotografías,trata hechos importantes y sin importancia,
pone la mirada en paisajes inadvertidos,
los puebla con mis muertos.
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En sus historias siempre soy más joven.Es agradable, sólo que para qué seguir insistiendo en eso.
Los espejos me dicen otra cosa.
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Se enfurece cuando me encojo de hombros.Y, vengativa, me echa en cara todos mis errores,
graves, luego fácilmente olvidados.
Me mira a los ojos, espera a ver qué digo.
Al final me consuela con que pudo haber sido peor.
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Quiere que viva ya sólo con ella y para ella.De preferencia en una habitación oscura y cerrada,
y en mis planes hay siempre un sol presente,
nubes actuales, caminos en curso.
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A veces estoy harta de su compañía.Le propongo separarnos. Desde hoy y para siempre.
Entonces sonríe compasiva,
pues sabe que para mí también sería una condena.
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Wislawa Szymborska, "Mi difícil vida con la memoria", en Aquí (traducción de Gerardo Beltrán y Abel A. Murcia Soriano), Madrid, Bartleby Editores, 2009
está muy bueno el texto
ResponderEliminarme fascina que sea tan bipolar (:
saca a pasear tu memoria y tu desmemoria en una novela!!! YA!!!
ResponderEliminarGracias por tu visita, Chocozombie. Bipolar suena demasiado a patología ¿no crees?... Habrá que buscar un lindo nombre para referirnos a estas contradicciones, paradojas...
ResponderEliminarLaPuchus: tú no te preocupes que en cuanti se me ocurra una buena idea, tiro del hilo y te reescribo Cien años de soledad en un pispás...