«Vestido precariamente y aterido, me apresuré hacia la hendidura más sombría que se pudiera descubrir en aquella fachada gigantesca, con la esperanza de que los peatones no me viesen apenas entre ellos. Vergüenza superflua. No tenía nada que temer. En la calle que había elegido, la más estrecha de todas, la verdad, no más ancha que un arroyo de nuestros pagos, y bien mugrienta en el fondo, bien húmeda, llena de tinieblas, caminaban ya tantos otros, pequeños y grandes, que me llevaron consigo como una sombra. Subían como yo a la ciudad, hacia el currelo seguramente, con la nariz gacha. Eran los pobres de todas partes».
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Louis-Ferdinand Céline, Viaje al fin de la noche, Barcelona, Edhasa, 2001 (tercera edición). Traducción de Carlos Manzano.
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Louis-Ferdinand Céline, Viaje al fin de la noche, Barcelona, Edhasa, 2001 (tercera edición). Traducción de Carlos Manzano.
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