martes, 6 de octubre de 2009

Dos mujeres...


Liniers habla de Mercedes...

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Javier Das habla de Aida Lafuente... Y me ha hecho recordar un poema de Raúl González Tuñón dedicado a ella:

Estaba toda manchada de sangre,
estaba toda matando a los guardias,
estaba toda manchada de barro,
estaba toda manchada de cielo,
Estaba toda manchada de España.

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Ven catalán jornalero a su entierro,
ven campesino andaluz a su entierro,
ven a su entierro yuntero extremeño,
ven a su entierro pescador gallego,
ven leñador vizcaíno a su entierro,
ven labrador castellano a su entierro,
no dejéis solo al minero asturiano.

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Ven, porque estaba manchada de España,
ven, porque era la novia de Octubre,
ven, porque era la rosa de Octubre,
ven, porque era la novia de España.

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No dejéis sola su tumba del campo
donde se mezclan el carbón y la sangre,
florezca siempre la flor de su sangre
sobre su cuerpo vestido de rojo,
no dejéis sola su tumba del aire.

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Cuando desfilan los guardias de asalto,
cuando el obispo revista las tropas,
cuando el verdugo tortura al minero,
ella, agitando su túnica roja,
quiere salir de la tumba del viento,
quiere salir y llamaros hermanos
y renovaros valor y esperanza
y recordaros la fecha de Octubre
cuando caían las frutas de acero
y estaba toda manchada de España
y estaba toda la novia de Octubre
y estaba toda la rosa de Octubre
y estaba toda la madre de España.

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Raúl González Tuñón, La rosa blindada (1936)

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... y una anécdota: el año pasado, durante la Semana Negra de Gijón, en el concierto de Nuberu, cuando Chus Pedro estaba presentando la canción dedicada a Aida, se dirigió a Paco Ignacio Taibo II y le dijo: «La primera foto que yo tuve de Aida mandástemela tú, desde México...». Redes, redes y círculos que se tejen, se van tejiendo, parece que se destejen y sin embargo perduran... Y como de redes se trata, Raúl lleva a Miguel Hernández:
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Raúl, si el cielo azul se constelara
sobre sus cinco cielos de raúles,
a la revolución sus cinco azules
como cinco banderas entregara.
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Hombres como tú pido para
amontonar la muerte de gandules,
cuando tú como el rayo gesticules
y como el rayo al rayo des la cara.
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Enarbolado estás como el martillo,
enarbolado truenas y protestas,
enarbolado te alzas a diario,
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y a los obreros de metal sencillo
invitas a estampar en turbias testas
relámpagos de fuego sanguinario.

Miguel no incluyó este soneto en ningún libro, pero lo escribió entre El rayo que no cesa y Viento del pueblo (es decir, entre 1934 y 1937). Nada menos. Y yo lo copio de Obra poética completa (introducción, estudios y notas de Leopoldo de Luis y Jorge Urrutia), Madrid, Zero (colección Biblioteca Promoción del Pueblo), 1977.
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Este libro lo compré en una de las Ferias del Libro Viejo y Antiguo del Paseo de Recoletos , la cual, por cierto, se está celebrando ahora (hasta el 18 de octubre...) Más información aquí. Tiene una dedicatoria: Con mis deseos de un cumpleaños muy feliz, te dedico este libro ya que su autor fue uno de los trazos de unión de nuestra amistad. Con un abrazo fuerte. V. 1977. Y firma J.S.
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Trazos, pedazos o fragmentos... Va la poesía y lo une. Porque ella lo vale, será... Es.

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