miércoles, 6 de mayo de 2015

[...] don Benito [Pérez Galdós] estaba embargado por la nostalgia del mar y de la isla. Al contrario que sus ojos, que ya no le respondían, su memoria seguía intacta, y cuando íbamos, le gustaba recordar los días de su infancia en la isla, la música de las campanas de la vieja catedral, y hasta los barcos que echaba a navegar en los charcos de Guiniguada. Lo admirábamos hasta la veneración, como escritor y como ser humano. Para nosotros era un símbolo del ideal que nos movía...: representaba el rechazo del oscurantismo, y la defensa de una tolerancia que hablaba de un futuro de paz, un espacio de encuentro entre esas dos Españas hasta entonces en permanente conflicto.[...] A pesar de todo lo que tenía que reprocharle a la vida, no ofrecía ni una gota de hiel, en una muestra más de esa ejemplaridad suya, de esa nobleza que siempre tuve, tuvimos, como referente.
 
Selena Millares, El faro y la noche, Madrid, Barataria, 2014
 
 

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