vida, s. Conservante espiritual que impide la putrefacción
del cuerpo. Vivimos con el miedo cotidiano de perderla, pero cuando se pierde
no se echa de menos. La cuestión: «¿Merece la pena vivirla?» ha sido muy
debatida, sobre todo por aquellos que creen que no, mucho de los cuales han
escrito largos volúmenes para defender su punto de vista y, mediante una
cuidadosa observancia de las leyes de la salud, han disfrutado durante largos
años de los honores de una prolongada y provechosa controversia.
«La vida no merece la pena vivirse, ésa es la verdad»,
cantaba despreocupadamente durante su dorada juventud.
Al hacerse adulto todavía mantenía esa opinión
y la defendía con más firmeza a medida que envejecía.
Cuando le dio una coz un asno a los ochenta y tres años,
gritó: «¡Corred a buscarme un médico!».
HAN SOPER
Ambrose Bierce, El diccionario del diablo (traducción de Vicente Campos), Barcelona, Galaxia Gutenberg, 2005
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