martes, 12 de noviembre de 2013

Tarambaneo vespertino

¿Existirá alguna causa objetiva para los desastres naturales que vienen sucediéndose? Digo, alguna manera de analizar en qué zonas se producen y qué actividades han tenido lugar allí. Si ha habido cambios de clima, temperatura, actividades que pudieran incidir en la orografía, en la oceanografía o en otras estructuras  (por ejemplo: pruebas subterráneas nucleares, desertización, producción o almacenamiento de ciertos materiales...) ¿O empezamos a contar el orden y cantidad de las trompetas que han sonado? Como literatura, el Apocalipsis de San Juan merece mi admiración. Como código de comportamiento o método analítico de la realidad...
 
Cuando los sábados subo a correr al Retiro tengo la sensación de haber vuelto a las crisis del siglo XII con su aparición de órdenes mendicantes... En Embajadores, los Testigos de Jehová inician su apostolado con sus revistas;  un poco más adelante, en el patio de María Auxiliadora (colegio de los salesianos...), un grupo con chalecos rojos se organiza para repartir comida y de la calle Delicias surgen otras personas (creo que éstas, evangélicas...) con su acérrima defensa de la familia...
 
Yo miro a todos estos grupos con desconfianza (cuando menos), lo reconozco.
 
Porque... ¿de dónde surge esa cara de felicidad, esa complacencia ante una situación desgraciada?

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