«[…] El humor está pasando continuamente la guadaña por
debajo de todos los pedestales, de todas las pedanterías, de todas las palabras
con muchas mayúsculas. El humor desacraliza; no lo digo en un sentido religioso
porque no estamos hablando de lo sacro religioso: desacraliza en un sentido
profano. Esos valores que se dan como aceptados y que suelen merecer un tal
respeto de la gente, el humorista suele destruirlos con un juego de palabras o
con un chiste. No es exactamente que los destruya pero por un momento los hace
bajar del pedestal y los coloca en otra situación; hay como una derogación, un
retroceso en la importancia aparente de muchas cosas y es por eso que el humor
tiene en la literatura un valor extraordinario porque es el recurso que muchos
escritores han utilizado y utilizan admirablemente bien para, al disminuir
cosas que parecían importantes, mostrar al mismo tiempo dónde está la verdadera
importancia de las cosas que esa estatua, ese figurón o esa máscara cubría,
tapaba y disimulaba.»
Julio Cortázar, Clases de literatura (Berkeley, 1980), Madrid, Alfaguara, 2013
Rosa blanca para Julio, roja para Carol...
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