«Y ahora —continuó Bou, gozoso del mutismo de Mariano—, si quieres que te dé consejos, te los daré. Porque tú tan callado, tú tan sombrío, no vienes a que te dé trabajo, ni dinero, sino un buen consejo, que valga millones. Oye bien. Si quieres trabajar, trabaja; y si no quieres trabajar, no trabajes. En este mundo, el que más trabaja tiene probabilidades de morirse de hambre, si no viene en su ayuda la lotería o alguna herencia. Tú eres listo; busca un negocio atrevido, emprende algo, especula con la candidez de los demás. Yo he visto mucho mundo, y sé que los más pillos son los que tienen más dinero. Cuando tú lo tengas, gástalo, que hay tontos que al verte tirar tu dinero te darán el suyo; así es el mundo. Haz cosas atrevidas, date a conocer, aunque sea con un gran escándalo; procura que tu nombres suene, aunque sea para decir: “¡Qué bárbaro es!”. Aquí hay dos papeles, el de víctima o el de verdugo. ¿Cuál vale más? El de verdugo. Chupar y chupar todo lo que se pueda. El pueblo está sacrificado. Los grandes se comen todo lo que hay en la nación. No hay más que dos caminos: o acabar de una vez con todos los grandes, lo cual no es fácil, o meterse entre ellos y aprender sus marrullerías y latrocinios. Escoge, toma tus medidas y echa a andar palantito»
Don Benito Pérez Galdós, La desheredada (edición de José Antonio Fortes, texto fijado por Susana Pedraza), Madrid, Akal, 2007
Exacto, exactamente la actualidad.
ResponderEliminarYo soy mucho de Don Benito.
ResponderEliminarQué grande, Galdós. Tenía el país entero metido en la cabeza. Nos hizo la radiografía para los restos. A mi abuela materna, yo la entendí de cabo a rabo cuando leí La de Bringas. Después descubrí que también era muy Isidora Rufete. Y qué decir de ciertas maneras de la derecha española actual que puede uno ver retratadas en Doña Perfecta. Claudio Guillén decía que los novelistas del XIX fueron los "visionarios de lo real". En el cado de Galdós es tal cual.
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