lunes, 5 de julio de 2010


A mí (mirada al ombligo... ¡qué le vamos a hacer!), como a Leopoldo María Panero (ya saben: tirándome el rollo...), me encanta ir de librerías. Y si la librería tiene el suelo de madera como la Livraria espanhola Alcalá en Lisboa (ya inexistente, creo. Tendré que ir a comprobarlo...) o la Librería Paradiso en Gijón, la cosa puede llegar a ser peligrosa.
     Sin embargo, no rechazo placeres sustitutivos como solicitar vía internet los libros que circulan en maravillosos catálogos y que, de otra manera, tal como van las cosas en las editoriales, y en los almacenes de las librerías, no hay manera de conseguir. Es más, soy fan de Iberlibro y, ahora, me haré fan de Agapea que, desde el azul y la luz de Málaga, me han hecho llegar Mísera fue, señora, la osadía, de Gonzalo Hidalgo Bayal... Un maravilloso endecasílabo, ¿verdad? (ahora, P. me dirá que no, porque el acento que debía recaer en la  sílaba x recae en la y, pero, bueno, "maravilloso" tiene otra connotación, diría yo).Ya sabemos que, desde Garcilaso, ¡el endecasílabo es nuestro!...

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