Debe de ser porque estoy releyendo (sí, ya sé que acumulo demasiado y que el que mucho abarca poco aprieta y que... pero ya saben que lo mío es el tarambaneo. En las lecturas también). Vuelvo: que estoy releyendo estos días La educación sentimental, de Flaubert. Y también he ido a ver varias de las películas del ciclo de Truffaut (y espero ir a ver más). El caso es que encuentro en muchos elementos referencias a mi propia vida (¿cómo era aquel poema de Alberti que empezaba "Yo nací, -¡respetadme!-, con el cine"?). Por ejemplo, esta tarde he visto ni más ni menos que a Antoine Doinel escribiendo con una pluma Mont-blanc exactamente igual que la mía. De repente aparece un disco de Simon & Garfunkel que teníamos desgastado... Y no, tampoco es que fuera de mi generación. Era de la generación anterior (e incluso la anterior) a la mía... Pero la verdad es que yo siempre he ido muy pegadita a ellos, a ellas, a esas gentes que consideraron que la apertura estaba en la cabeza, en educar el pensamiento (tiempos de dialéctica, asambleas, de cine-forum -o así lo recuerdo-...)

.....Supongo que todo esto viene tan sólo para "ilustrar", de alguna manera, lo que llevo rumiando todo el día: para mí, la educación ha sido siempre -y sigue siéndolo- la mejor manera de compensar las injusticias sociales. Sí, todavía hoy creo que la educación nos hace más capaces, más libres y mejores (y ya me sé lo de los nazis que escuchaban a Mozart y luego iban a gasear seres humanos y también sé que Franco tenía una sala de proyección en El Pardo -aunque creo que sólo veía películas de Juanita Reina-). Pero yo he dicho educación, y no erudición ni culto a la belleza (que, por otra parte, me parecen, ambas, estupendas formas de situarse en la vida). Y, sobre todo, pienso que la educación nos hace menos vulnerables a la explotación, mejora nuestra capacidad de defensa (o de no defensa: cuando no se puede, no se debe) y nuestra conciencia de la realidad. De toda la realidad (o sea, incluye sueños, cronopiadas y esperanzas).

.....Debe de ser (qué manía hoy con la perífrasis ¿verdad?) por aquello que ya les he contado otra vez: en mi cole había -y hay- una placa de mármol con el lema "La educación es la base de la felicidad". Diez años viendo esa placa (porque repetí Parvulitos, otro día les cuento el motivo), imprime carácter, digo yo. No creo en la felicidad, pero sí en mejorar las capacidades con las que nacemos y en incentivar la curiosidad. Y eso, en mi pueblo, se llama educación.

.....Y es por esto, también, por lo que, a pesar de ser actriz, y a pesar de ser cuentacuentos y estar acostumbrada a actuar, no soy capaz de controlar los nervios cuando me enfrento al tribunal de la oposición. Porque no puedo fingir. Es la vida. Vaya, que tampoco quiero que me dé por el sentimentalismo llorón, solamente que me pasa como a Mafalda (ésta sí que nació el mismo año que yo) cuando va paseando por el jardín y ve el cártel de "Prohibido pisar el césped". Ella regresa con sus manitas a la espalda, ese gesto tan suyo, y planta todo el pie en el verde. Y lo explica, claro (¡pues faltaría más!): Porque me fastidia que me digan que no haga lo que ya sé que no tengo que hacer... Más o menos era así. Más o menos se me ha deshecho un poquinín el nudo. Y a mí me fastidia (¿vieron qué fina?) tener que demostrar que sé hacer algo que sé que hago de puta madre (con perdón).

Buenas noches.