domingo, 8 de noviembre de 2009

Me encantan los colofones, esa genial costumbre de coronar los libros (como poner el ramo de laurel cuando se techa una casa para evitar los rayos, que vaya usted a saber por qué ni cuándo, cambió y ahora ponen la bandera para evitar ¿qué?...). Bueno, pero a lo que iba, que el otro día vi uno en el libro de Antonio Orihuela. Es éste:

Estas luciérnagas en verso se
terminaron de editar un febrero
del 2007 bajo la lluvia de un
Madrid que está de olvido

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