martes, 10 de noviembre de 2009

Esta mañana...

Con los alumnos de 2º de la ESO leemos, cada día, un poema (no ha sido idea mía, estaba en la programación del departamento ¿eh? Lo que sí que a veces les pongo alguna canción... Por ejemplo y sin ir más lejos, la semana pasada Palabras para Julia... Pero es que en la antología venía Autobiografía, también de José Agustín Goytisolo, y ya aproveché y les puse las dos...).
.....Como este autor ha salido varias veces, una alumna me pregunta: «Profe, ¿por qué siempre dices don Antonio Machado?». Y les explico mis motivos y les hablo de su compromiso, de su dignidad, de su «torpe aliño indumentario», de su lealtad, de Leonor: su tuberculosis, su juventud y su muerte, del frío de Soria , de las burlas de sus alumnos, de Guiomar, de su viaje al exilio, de doña Ana y de la muerte de ambos. Mientras se lo cuento, recuerdo eso pero también este texto del Juan de Mairena anterior a 1936:

.

«Pláceme poneros un poco en guardia contra mí mismo. De buena fe os digo cuanto me parece que puede ser más fecundo en vuestras almas, juzgando por aquello que, a mi parecer, fue más fecundo en la mía. Pero ésta es una norma expuesta a múltiples yerros. Si la empleo es por no haber encontrado otra mejor. Yo os pido un poco de amistad y ese mínimo de respeto que hace posible la convivencia entre personas durante algunas horas. Pero no me toméis demasiado en serio. Pensad que no siempre estoy yo seguro de lo que os digo, y que, aunque pretenda educaros, no creo que mi educación esté mucho más avanzada que la vuestra. No es fácil que pueda yo enseñaros a hablar, ni a escribir, ni a pensar correctamente, porque yo soy la incorrección misma, un alma siempre en borrador, llena de tachones, de vacilaciones y de arrepentimientos. Llevo conmigo un diablo, no el demonio de Sócrates, sino un diablejo que me tacha a veces lo que escribo para escribir encima lo contrario de lo tachado; que a veces habla por mí y otras yo por él, cuando no hablamos los dos a la par, para decir en coro cosas distintas. ¡Un verdadero lío! Para los tiempos que vienen, no soy yo el maestro que debéis elegir, porque de mí sólo aprenderéis lo que tal vez os convenga ignorar toda la vida: a desconfiar de vosotros mismos».

.


Guardan silencio y luego la que preguntó me mira muy seria y dice: «¡Ah!...»
.
Cuando llego a casa, quiero copiar un poema que yo siempre he atribuido a don Antonio y que miré usté por dónde es de su hermano Manuel. Me sorprende. De verdad que me sorprende. El poema es éste:
.

Hasta que el pueblo las canta,

las coplas coplas no son,

y cuando las canta el pueblo,

ya nadie sabe el autor.

.

Tal es la gloria, Guillén,

de los que escriben cantares:

oír decir a la gente

que no los ha escrito nadie.

.

Procura tú que tus coplas

vayan al pueblo a parar,
aunque dejen de ser tuyas

para ser de los demás.

.

Que al fundir el corazón

en el alma popular,

lo que se pierde de nombre

se gana de eternidad.

.

Manuel Machado, Cualquiera canta un cantar, 1919

.

En la foto, don Antonio Machado y su hermano Manuel.

.

Pero como la cabra tira al monte, y yo soy, como ustedes bien saben, fiel a todos mis amores (cuando uno deja de ser fiel al amor sí que está jodido...) y don Antonio es uno de ellos, pues termino con otro texto que corresponde a su Mairena (anterior a 1936...) que dice:

.

«Hay hombres que nunca se hartan de saber. Ningún día —dice[n]— se acuestan sin haber aprendido algo nuevo. Hay otros, en cambio, que nunca se hartan de ignorar. No se duermen tranquilos sin averiguar que ignoraban profundamente algo que creían saber. ¡A, igual a!, decía mi maestro, cuando el sueño eterno comenzaba a enturbiarle los ojos. Y añadía, con voz que no sonaba ya en este mundo: ¡Áteme usted esa mosca por el rabo!»

3 comentarios:

  1. Me habría encantado estar en esa clase
    y por cierto que ayer, sentada en mi casa (como siempre y para horror de ese amigo común)con un pie en la silla me acordé de la moni y pensé que tengo que decirle que haga la prueba porque es muy cómodo

    ResponderEliminar
  2. J2: dudo mucho de que esa pública uniformidad tenga como causa la comodidad... En mi modesta opinión (es que estoy ahora con la literatura medieval y la "captatio benevolentiae"...), es otra cosa, como un gesto de pertenencia (como en "La ola" pero más suave...). Como el botox que ¡por fin! consiguió la igualdad (en algun@s...)

    ResponderEliminar
  3. Jajaja Gracias, J2, por acordarte de mí. Lo del pie en la silla ya lo he probado, ya, mil veces, pero como comentas: en mi casa (por cierto, entendido sea como recomendación: mejor en el sofá o sillón, con una pequeña inclinación hacia atrás que amortigüe la carga que, en una silla, sufre uno de los laterales del cuerpo, así como la pequeña tensión en la pantorrilla de la pierna elevada -conste que no estoy deforme, eh?, quizás no haya encontrado la postura, jajaja-)
    Besines.

    ResponderEliminar