jueves, 13 de agosto de 2009

He sobrepasado a Perec en un año (hablo de tiempo cronológico, evidentemente)... Y a mi padre en tres (me da vértigo...)
.
«Rara vez estaría ordenado su piso, pero su mismo desorden constituiría su mayor atractivo. Lo cuidarían apenas: vivirían en él. La comodidad ambiente se les antojaría un hecho incontrovertible, un dato inicial, un estado de su naturaleza. Su atención se centraría en otras cosas: en el libro que abrirían, en el texto que escribirían, en el disco que escucharían, en su diálogo reanudado a diario»
.
«Estaba, sobre todo, el cine. Y era sin duda el único campo en el que su sensibilidad lo había aprendido todo. No debían nada a ningún modelo. Pertenecían, por su edad, por su formación, a esa primera generación para la que el cine, fue, más que un arte, una evidencia; lo habían conocido siempre, y no como forma balbuciente, sino de buenas a primeras con sus obras maestras, su mitología. A veces les parecía que habían crecido con él, que lo comprendían mejor de lo que nadie antes que ellos había sabido comprenderlo.
.....Eran cinéfilos. Era su pasión primera; se entregaban a ella cada noche, o casi»
.
Las cosas, Georges Perec, Barcelona, Anagrama, 1992

No hay comentarios:

Publicar un comentario