Antes de nada, pido perdón por lo que voy a decir: a mí Alberti no me gusta . Sin embargo, hay dos poemarios que sí : Sobre los ángeles (Ángeles malos o buenos, / que no sé, / te arrojaron en mi alma) y Yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos en el que trata el tema del cine. Curiosamente, ambos son de 1929... ¡Qué curioso!... ¡Vaya!, curioso... Y como estoy haciendo un curso de cine y he tenido que contestar una serie de preguntas ingratas sobre qué aspectos del cine mudo quedaron obsoletos con la llegada del cine sonoro... (con lo que estaba disfrutando yo con Buster Keaton), recordé este poema, que me gusta porque es absurdo. Y a mí lo absurdo me gusta. Mucho. A la vista está: en lugar de adelantar con el curso, copio poemas... En fin. Absurdo, lo dicho.
1, 2, 3 y 4.
En estas cuatro huellas no caben mis zapatos.
Si en estas cuatro huellas no caben mis zapatos,
¿de quién son estas cuatro huellas?
¿De un tiburón,
de un elefante recién nacido o de un pato?
¿De una pulga o de una codorniz?
(Pi, pi, pi.)
¡Georginaaaaaaaa!
¿Dónde estás?
¡Que no te oigo, Georgina!
¿Qué pensarán de mí los bigotes de tu papá?
(Paapááááá.)
¡Georginaaaaaaaaa!
¿Estás o no estás?
Abeto, ¿dónde está?
Alisio, ¿dónde está?
Pinsapo, ¿dónde está?
¿Georgina pasó por aquí?
(Pi, pi, pi, pi.)
Ha pasado a la una comiendo yerbas.
Cucú,
el cuervo la iba engañando con una flor de reseda.
Cuacuá,
la lechuza con una rata muerta.
¡Señores, perdonadme, pero me urge llorar!
(Guá, guá, guá.)
¡Georgina!
Ahora que te faltaba un solo cuerno
para doctorarte en la verdaderamente útil carrera de ciclista
y adquirir una gorra de cartero.
(cri, cri, cri, cri.)
Hasta los grillos se apiadan de mí
y me acompaña en mi dolor la garrapata.
Compadécete entre el smoking que te busca y te llora entre los guaceros
y del sombrero hongo que tiernamente
te presiente de mata en mata.
¡Georginaaaaaaaaaaaaaaaaa!
(Maaaaaaa.)
¿Eres una dulce niña o eres una verdadera vaca?
Mi corazón siempre me dijo que eras una verdadera vaca.
Tu papá, que eras una dulce niña.
Mi corazón, que eras una verdadera vaca.
Una dulce niña.
Una verdadera vaca.
Una niña.
Una vaca.
¿Una niña o una vaca?
¿Una niña y una vaca?
Yo nunca supe nada.
Adiós, Georgina.
(¡Pum!)
En estas cuatro huellas no caben mis zapatos.
Si en estas cuatro huellas no caben mis zapatos,
¿de quién son estas cuatro huellas?
¿De un tiburón,
de un elefante recién nacido o de un pato?
¿De una pulga o de una codorniz?
(Pi, pi, pi.)
¡Georginaaaaaaaa!
¿Dónde estás?
¡Que no te oigo, Georgina!
¿Qué pensarán de mí los bigotes de tu papá?
(Paapááááá.)
¡Georginaaaaaaaaa!
¿Estás o no estás?
Abeto, ¿dónde está?
Alisio, ¿dónde está?
Pinsapo, ¿dónde está?
¿Georgina pasó por aquí?
(Pi, pi, pi, pi.)
Ha pasado a la una comiendo yerbas.
Cucú,
el cuervo la iba engañando con una flor de reseda.
Cuacuá,
la lechuza con una rata muerta.
¡Señores, perdonadme, pero me urge llorar!
(Guá, guá, guá.)
¡Georgina!
Ahora que te faltaba un solo cuerno
para doctorarte en la verdaderamente útil carrera de ciclista
y adquirir una gorra de cartero.
(cri, cri, cri, cri.)
Hasta los grillos se apiadan de mí
y me acompaña en mi dolor la garrapata.
Compadécete entre el smoking que te busca y te llora entre los guaceros
y del sombrero hongo que tiernamente
te presiente de mata en mata.
¡Georginaaaaaaaaaaaaaaaaa!
(Maaaaaaa.)
¿Eres una dulce niña o eres una verdadera vaca?
Mi corazón siempre me dijo que eras una verdadera vaca.
Tu papá, que eras una dulce niña.
Mi corazón, que eras una verdadera vaca.
Una dulce niña.
Una verdadera vaca.
Una niña.
Una vaca.
¿Una niña o una vaca?
¿Una niña y una vaca?
Yo nunca supe nada.
Adiós, Georgina.
(¡Pum!)
«Buster Keaton busca por el bosque a su novia, que es una verdadera vaca», Yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos (Rafael Alberti, 1929)
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