lunes, 18 de abril de 2016

Yo iba a correr al Retiro y pasaba por las casetas hasta que los libreros, a falta de mejor cosa que hacer, empezaron a saludarme. Me fijaba en tus camisetas, que siempre eran provocadoras y gustosas; gustosas de gusto, de placer, de risa, de alegría, de rabia y enfado en los enemigos...
 


 
Tardé un tiempo en saber que una de tus ¿virtudes? (permíteme que siga dudando de la definición) es el rencor. Entonces, un día, me ofreciste un aquarius. Después de correr, eso ensancha el aire. Esto es así, aunque quede muy grande el escribirlo.
 
Y un sábado, nos fuimos a comer una paella. Y hablamos, hablamos, hablamos. No fue fácil, no es fácil, hacemos el camino. Pero si tuviera que poner una música a nuestra historia (aparte del jazz) sería:
 
 

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