sábado, 28 de marzo de 2015

30 de octubre de 1910 - 28 de marzo de 1942

 
 
A ti sola, en cumplimiento de una
promesa que habrás olvidado como si
fuera tuya.
 
 
Un carnívoro cuchillo
de ala dulce y homicida
sostiene un vuelo y un brillo
alrededor de mi vida.
 
Rayo de metal crispado
fulgentemente caído,
picotea mi costado
y hace en él un triste nido.
 
Mi sien, florido balcón
de mis edades tempranas,
negra está, y mi corazón,
y mi corazón con canas.
 
Tal es la mala virtud
del rayo que me rodea,
que voy a mi juventud
como la luna a la aldea.
 
Recojo con las pestañas
sal del alma y sal del ojo
y flores de telarañas
de mis tristezas recojo.
 
¿Adónde iré que no vaya
mi perdición a buscar?
Tu destino es de la playa
y mi vocación del mar.
 
Descansar de esta labor
de huracán, amor o infierno
no es posible, y el dolor
me hará a mi pesar eterno.
 
Pero al fin podré vencerte,
ave y rayo secular,
corazón, que de la muerte
nadie ha de hacerme dudar.
 
Sigue, pues, sigue cuchillo,
volando, hiriendo. Algún día
se pondrá el tiempo amarillo
sobre mi fotografía.
 
Miguel Hernández, El rayo que no cesa (1936)
 
Entre nuestras dos sangres
algo que aparta, algo
que aleja, impide, ciega,
sucede palmo a palmo.
 
Entre nuestras dos sangres
va sucediendo algo,
arraiga el horizonte,
hace anchura el espacio.
 
Entre nuestras dos sangres
ha de suceder algo,
un puente como un niño,
un niño como un arco.
 
Entre nuestras dos sangres
hay cárceles con manos.
Cuanto sucede queda
entre los dos de paso.
 
Miguel Hernández, Cancionero y romancero de ausencias (1938-1941)

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