viernes, 23 de enero de 2015

La dolorida lucidez dolorosa de Isaac Rosa

El domingo celebraré como el que más la victoria de Syriza, pero por más que lo intento no consigo contagiarme del optimismo desatado que veo por aquí. La idea de que un Gobierno de Syriza será el comienzo del vuelco europeo, la remontada de las víctimas del 'austericidio' y el comienzo del fin de la crisis suena bonito. Que además correspondiese el protagonismo a los maltratados griegos, tendría algo de justicia poética. Y que su onda expansiva alcance a otros países, empezando por el nuestro, qué más podríamos pedir.

Pero me temo que las cosas no son tan fáciles. Al contrario: siguen siendo muy difíciles. En Grecia, en España, en Europa. Y reconocer esa dificultad no significa caer en el desánimo ni dejar de alegrarse por la victoria, sino ir preparándose para lo mucho que habrá que trabajar.
 
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