sábado, 10 de mayo de 2014


Don Benito Pérez Galdós (10 de mayo de 1843 - 4 de enero de 1920)

«―No hay pobreza en la honradez, no hay honra como la del trabajo ―afirmó Juan Bou incorporándose y dejando ver el esplendor lumínico de su ojo rotatorio, que parecía una rueda de fuegos artificiales―. ¡Pobre! ¿Qué quiere decir esto? Es una necedad, una… elucubración contraria a los grandes principios. ¿Tienes satisfechas tus necesidades? Sí. ¿Tienes hambre? No. ¿Estás vestido? Sí. Pues eres tan tico como el duque A o el conde B, o quizá más.
[…]
―Todo lo demás es superfluidad y lujo, es explotar al obrero, chupar su sangre, alimentarse de su sudor bendito, comerse los refinados manjares amasados con las lágrimas del pobre. Ved esos que andan por ahí, toda esa chusma de señores y holgazanes. ¿De qué viven? De nuestro trabajo. Ellos no labran la tierra, ellos no cogen una herramienta, ellos no hacen nada más que pasear, comer bien, ir al teatro y leer libros llenos de boberías… Comparémonos ahora. Nosotros somos las abejas, ellos los zánganos; nosotros hacemos la miel, vienen ellos y se la comen. Nos dejan las sobras, nos echan un pedazo de pan, por lástima, como a los perros… Pero todo se andará, tunantes, todo se andará; vendrá la cosa y haremos cuentas, sí, la gran cuenta, el Juicio Final de la humanidad. ¡Oh, pillos, también nosotros tenemos nuestro valle de Josafat! Allí se os aguarda. Allí estaremos. Con un pedazo de lápiz, tamaño así, y un papel de cigarro, basta para hacer el gran balance. Es la liquidación, porque es la última… y palante.»

Benito Pérez Galdós, La desheredada (edición de José Antonio Fortes. Texto fijado por Susana Pedraza), Madrid, Akal, 2007

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