«Un Cortázar que desde 1951 está luchando contra el lenguaje
literario, como él mismo explica al hablar de las intenciones de un cuento como
“Torito”, con el que “quería intentar la posibilidad de conmover a fondo a los
lectores argentinos más snobs y más
sofisticados, por intermedio de una lengua que fingían despreciar […]. Pero con
el paso del tiempo, lo que a Cortázar le interesa es un ataque que apunte al
centro mismo del lenguaje, esa forma por excelencia de la comunicación humana,
que no la única como Cortázar sabe muy bien (“esos gestos que nos hacen humanos
por encima o por debajo de los diccionarios y las culturas” […]). Cortázar
quiere en 62, modelo para armar
violentar hasta el extremo la linealidad discursiva tanto como la temporal, creando
un texto que dé cuenta de la simultaneidad desde su propia forma de narrar.
Pero las
reacciones que provocó el texto no fueron acordes con todo el esfuerzo volcado
en él ni con las novedosas propuestas literarias que había en la novela.
Todavía hoy es considerada un trabajo menor o fallido, cuando en 62, modelo para armar está sin duda uno
de los Cortázar más interesantes, capaz de mezclar en una novela el vampirismo
con el amor, la amistad con la soledad, y el humor como forma esencial de
enfrentamiento con la sociedad bien pensante que tanto le repele. Y todo ello
prescindiendo del tiempo, dejando de lado nociones como “antes” y “después”,
construyendo individuos que descubren que serlo no significa nada.»
Raquel Arias Careaga, Julio
Cortázar. De la subversión literaria al compromiso político, Madrid, Sílex,
2014
«Hay que ir mucho más lejos todavía en las búsquedas, en las
experiencias, en las aventuras, en los combates con el lenguaje y las
estructuras narrativas. Porque nuestro lenguaje revolucionario, tanto el de los
discursos la prensa como el de la
literatura, está todavía lleno de cadáveres podridos de un orden social caduco.
Seguimos hablando de hoy y de mañana con la lengua de ayer. Hay que crear la
lengua de la revolución, hay que batallar contra las formas lingüísticas y
estéticas que impiden a las nuevas generaciones captar en toda su fuerza y su
belleza esa tentativa global para crear una América Latina enteramente nueva
desde las raíces hasta la última hoja. En alguna parte he dicho que todavía nos
faltan los Che Guevara de la literatura. Sí, hay que crear cuatro, cinco, diez
Vietnam en la ciudadela de la inteligencia. Hay que ser desmesuradamente
revolucionario en la creación, y quizá pagar el precio de esa desmesura. Sé que
vale la pena»
Julio Cortázar, de «Viaje alrededor de una mesa» (tomado de Cortázar de la A a la Z. Un álbum biográfico,
Madrid, Alfaguara, 2014)
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