domingo, 30 de marzo de 2014

«Un Cortázar que desde 1951 está luchando contra el lenguaje literario, como él mismo explica al hablar de las intenciones de un cuento como “Torito”, con el que “quería intentar la posibilidad de conmover a fondo a los lectores argentinos más snobs y más sofisticados, por intermedio de una lengua que fingían despreciar […]. Pero con el paso del tiempo, lo que a Cortázar le interesa es un ataque que apunte al centro mismo del lenguaje, esa forma por excelencia de la comunicación humana, que no la única como Cortázar sabe muy bien (“esos gestos que nos hacen humanos por encima o por debajo de los diccionarios y las culturas” […]). Cortázar quiere en 62, modelo para armar violentar hasta el extremo la linealidad discursiva tanto como la temporal, creando un texto que dé cuenta de la simultaneidad desde su propia forma de narrar.
           
Pero las reacciones que provocó el texto no fueron acordes con todo el esfuerzo volcado en él ni con las novedosas propuestas literarias que había en la novela. Todavía hoy es considerada un trabajo menor o fallido, cuando en 62, modelo para armar está sin duda uno de los Cortázar más interesantes, capaz de mezclar en una novela el vampirismo con el amor, la amistad con la soledad, y el humor como forma esencial de enfrentamiento con la sociedad bien pensante que tanto le repele. Y todo ello prescindiendo del tiempo, dejando de lado nociones como “antes” y “después”, construyendo individuos que descubren que serlo no significa nada.»
          
Raquel Arias Careaga, Julio Cortázar. De la subversión literaria al compromiso político, Madrid, Sílex, 2014
            
«Hay que ir mucho más lejos todavía en las búsquedas, en las experiencias, en las aventuras, en los combates con el lenguaje y las estructuras narrativas. Porque nuestro lenguaje revolucionario, tanto el de los discursos  la prensa como el de la literatura, está todavía lleno de cadáveres podridos de un orden social caduco. Seguimos hablando de hoy y de mañana con la lengua de ayer. Hay que crear la lengua de la revolución, hay que batallar contra las formas lingüísticas y estéticas que impiden a las nuevas generaciones captar en toda su fuerza y su belleza esa tentativa global para crear una América Latina enteramente nueva desde las raíces hasta la última hoja. En alguna parte he dicho que todavía nos faltan los Che Guevara de la literatura. Sí, hay que crear cuatro, cinco, diez Vietnam en la ciudadela de la inteligencia. Hay que ser desmesuradamente revolucionario en la creación, y quizá pagar el precio de esa desmesura. Sé que vale la pena»
    
Julio Cortázar, de «Viaje alrededor de una mesa» (tomado de Cortázar de la A a la Z. Un álbum biográfico, Madrid, Alfaguara, 2014)

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