«―Creía que eras leal a mi padre ―dijo lanzándole una mirada
llena de dolor.
―Lord Eddard está muerto, mi señora. Ahora soy leal al Señor
del Relámpago y a mis hermanos.
―¿Qué hermanos? ―Que Arya recordara, el viejo Hullen no había
tenido más hijos varones.
―A Anguy, Lim, Tom Siete, Jack y Barbaverde: a todos ellos.
No tenemos nada contra vuestro hermano, mi señora… pero no luchamos por él. Ya
tiene un ejército y más de un gran señor que se arrodilla ante él. En cambio,
el pueblo sólo nos tiene a nosotros.»
George R.R. Martin, Canción de hielo y fuego (3): Tormenta de espadas
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