«[…] toda acción se caracteriza por no ser en sí misma ni
bella ni vergonzosa, como lo que nosotros hacemos ahora, beber, cantar,
dialogar, nada, en estas acciones es por sí mismo bello, sino que en la
práctica, cuando se llevan a cabo, resultan serlo. Porque la acción que se
ejecuta con belleza y rectitud se hace bella y, sin rectitud, vergonzosa. Así
también no todo el amar ni todo eros
es siempre bello ni digno de ser elogiado, sino sólo el que nos empuja a amar
bellamente.»
Diotima: «[…] todos los hombres, Sócrates, dan a luz tanto según
el cuerpo como según el alma y cuando llegan a cierta edad, nuestra naturaleza
tiende a procrear. Pero no puede procrear en lo feo, sino en lo bello […] Y
ello es imposible que suceda en lo que no es armónico […] cuando el ser que
está preñado se acerca a uno bello, se alegra, exulta de contento, pare y
procrea. Cuando se acerca a uno feo, se concentra en sí mismo apenado y con el
rostro ensombrecido, se aparta, se repliega y no procrea, sino que con
dificultad retiene lo que ha concebido.»
«Así que los que son fecundos según el cuerpo se dirigen más
bien a las mujeres y ésta es su manera de ser eróticos, pues, al engendrar
hijos, se procuran, creen ellos, inmortalidad, recuerdo y felicidad para todo
el tiempo futuro. Los que son según el alma… porque los hay que engendran
todavía más en las almas que en los cuerpos aquello que corresponde al alma
engendra y parir. ¿Y qué le corresponde? La sensatez y todas las demás
virtudes, de las que, precisamente, son progenitores todos los poetas y
aquellos de los artesanos de quienes se dice que son inventores.»
Platón, El banquete.
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