lunes, 18 de noviembre de 2013

¡¡¡Vieja guapa!!!


 
 «Escribir acerca de unos mismo equivale a escribir acerca de los otros, dado que vuestros problemas, dolores, placeres y emociones (y vuestras ideas extraordinarias o notables) no pueden ser únicamente vuestros. La forma de tratar el problema de la “subjetividad”, ese chocante asunto de estar preocupado por el pequeño individuo, que al mismo tiempo queda cogido en tal explosión de teribles y maravillosas posibilidades, es verlo como un microcosmos y, de esa manera, romper a través de lo personal, de lo subjetivo, convirtiendo lo personal en general, como en verdad siempre hace la vida transformando en algo mucho más amplio una experiencia privada, o así lo cree uno cuando es aún niño: “me estoy enamorando”, “siento esta o aquella emoción” o “estoy pensando tal o cual cosa”… Creer, en definitiva, no es más que comprender que todo el mundo comparte la única e increíble experiencia propia.»

 
«Solamente hay una manera de leer, que es huronear en bibliotecas y librerías, tomar libros que llamen la atención, leyendo solamente ésos, echándolos a un lado cuando aburren, saltándose las partes pesadas y nunca, absolutamente nunca, leer algo por sentido del deber o porque forme parte de una moda o de un movimiento. Recuerde que el libro que le aburre cuando tiene veinte o treinta años, le abrirá perspectivas cuando llegue a los cuarenta o a los cincuenta años, o viceversa. No lea un libro que no sea para usted el momento oportuno. Recuerde que ante todo los libros que se han impreso, hay tantos o más que nunca se han publicado o que nunca han sido escritos, incluso ahora, en esta época de reverencia al papel impreso [el Prefacio a El cuaderno dorado es de 1971]. La historia, e incluso la ética social, se enseñan por medio de historias, y la gente a la cual se ha condicionado para que piense sólo en términos de lo que está escrito ─y desgraciadamente todos los productos de nuestro sistema educativo no pueden hacer otra cosa─ pierden lo que tienen ante la vista.»
                     
Doris Leesing, «Prefacio» a El cuaderno dorado (traducción de Helena Valentí), Madrid, Punto de lectura, 2007

 

«¿Sabes lo que realmente quiere la gente? Todo el mundo quiero decir. Todo el mundo está pensando: desearía que hubiera sólo una persona con la que realmente pudiera hablar, que me entendiera, que fuera amable conmigo. Eso es lo que la gente quiere realmente, si dicen la verdad.»
                                               
Doris Leesing, El cuaderno dorado (traducción de Helena Valentí), Madrid, Punto de lectura, 2007

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