jueves, 7 de noviembre de 2013

Albert Camus, 7 de noviembre de 1913


«Se marchó [el señor Bernard, su maestro] y Jacques se quedó solo, perdido en medio de esas mujeres, después se precipitó a la ventana, mirando a su maestro, que lo saludaba por última vez y que lo dejaba solo, y en lugar de la alegría del éxito, una inmensa pena de niño le estremeció el corazón, como si supiera de antemano que con ese éxito acababa de ser arrancado el mundo inocente y cálido de los pobres, mundo encerrado en sí mismo como una isla en la sociedad, pero en el que la miseria hace las veces de familia y de solidaridad, para ser arrojado a un mundo desconocido que no era el suyo, donde no podía creer que los maestros fueran más sabios que aquel cuyo corazón lo sabía todo, y en adelante tendría que aprender, comprender sin ayuda, convertirse en hombre sin el auxilio del único hombre que lo había ayudado, crecer y educarse solo, al precio más alto»
                               
Albert Camus, El primer hombre (traducción de Aurora Bernárdez), Barcelona, Tusquets, 1994
 
Para qué nos sirve Camus (artículo de Marta Peirano en eldiario.es)
 
 

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