brillando en el discurso sonámbulo del mar.
Allí donde
el reflejo de la luna se impone
a la oscura
mecánica de los malos recuerdoscon su ilusión incólume, he visto que una ola
deshacía las algas que ahogaban a un muñeco,
esas cosas que el mar nunca arroja a la orilla.
Como salir de
un túnel, de una gruta cegada
por mis
propios despojos, y presentir que el sueñodel amor se renueva para morir conmigo,
como la última fuga de un cangrejo ermitaño.
Hoy he visto
una ola de hace cincuenta años
defendiendo mi
nombre del sepulcro del mar,proponiendo el bautismo para un deseo eterno.
Pelayo
Fueyo, «Un viejo mira el mar», La
herencia del silencio, Valencia, Pre-textos, 2003
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