«Alrededor de la persona que
escribe libros siempre debe haber una separación de los demás. Es una soledad.
Es la soledad del autor, la del escribir. Para empezar, uno se pregunta qué es
ese silencio que lo rodea. Y prácticamente a cada paso que se da en una casa y
a todas horas del día, bajo todas las luces, ya sean del exterior o de las
lámparas encendidas durante el día. Esta soledad real del cuerpo se convierte
en la, inviolable, del escribir. Nunca hablaba de eso a nadie. En aquel periodo
de mi primera soledad ya había descubierto que lo que yo tenía que hacer era
escribir. Raymond Queneau me lo había confirmado. El único principio de Raymond
Queneau era éste: “Escribe, no hagas nada más”»
Marguerite Duras, Escribir, Barcelona, Tusquets, 1994
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