lunes, 30 de septiembre de 2013

Y pienso hoy que no hay herida más profunda que aquélla de la que no se es consciente; una herida que sangra en forma de violencia, rabia, miedo. Agresión. Hacer daño porque estás dañado, dañada. Y no lo sabes. Nadie te ha dicho que la palabra puede acercarte a cierta forma de alivio. Y golpeas y buscas provocar y buscas que te golpeen, que te hagan un daño que mitigue el otro. El dolor profundo. El dolor que eres tú y que te impide imaginar que podrías ser otro, otra... Pero no lo sabes. Piensas que eres fuerte, que controlas, que tienes el poder...
 
Te veo desde fuera; te imagino con la herida cerrada, cicatrizada. Te has convertido en otra, en otro, en esa persona que te mereces ser.
 
Y me pregunto cuál es la manera...

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