Concédeme esos cielos, esos
mundos dormidos,
el peso del silencio, ese arco, ese abandono,
enciéndeme las manos,
ahóndame la vida
con la dádiva dulce que te
pido.
Dame la luz sombría,
apasionada y firme
de esos cielos lejanos, la armonía
de esos mundos
sellados,
dame el límite mudo, el detenido
contorno de esas lunas de
sombra,
su contenido canto.
Tú, el negado, da todo,
tú, el poderoso, pide,
tú, el silencioso, dame la dádiva dulcísima
de
esa miel inmediata y sin sentido.
Idea Vilariño
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