Lo que pasa es que a veces, aunque parezca una perversión, nos encontramos a gusto en la pena. Tal vez a gusto no sea el término adecuado; seguro que no... Es más inercia hacia la inmovilidad... No tener que iniciar un trabajo que sabemos largo y costoso... Amortizar el dolor, justificar nuestro pasado, seguir rentabilizando la compasión que despierta generalmente el abandonado, la abandonada, sabernos en una situación conocida, que ya controlamos.... El profe, que es sabio y experto, me lo dijo (ya lo he contado aquí, creo): Y un día me levanté y me di cuenta de que se me había pasado...
Sin embargo, cada uno de nosotros piensa: pero a mí no se me va a pasar porque el amor que yo he vivido no lo ha vivivo nadie.
Pues bueno. Allá tú. Seguro que ese amor no lo ha vivido nadie. Seguro.Sólo tú. Y qué suerte, ¿no? Hay tanta gente que se muere sin haberlo conocido o conociéndolo de forma superficial, así como de compromiso.
Prefiero hacer caso a lo que dice Kavafis en este poema, que ya he puesto varias veces en el blog...
Mi punto de inflexión fue Kill Bill y escuchar esta canción y, en lugar de morirme de la pena, pensar en cómo canta esta mujer...
Claro, que todo esto lo digo yo hoy porque han pasado ya muchos años...
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