domingo, 23 de septiembre de 2012

Los enfermos de literatura sabemos muy bien que hay libros que nos eligen y éste es uno de esos. Me pescó ayer y no me dejó (¿libre?) hasta que llegué al colofón... No cuenta nada original, más bien al contrario: la infancia vista desde el umbral de la vejez. Ya sabemos que, en arte, no hay tema nuevo... Pero pienso que los grandes  (como es el caso de Erri De Luca) consiguen que seamos nosotros los que creemos la obra que ellos han dado a luz. Es la infancia de Erri de Luca pero es que, justamente eso, ese sentimiento, esa mirada, esa caricia, me ha pasado a mí. Y a aquél y a ésta y a la de al lado y el que está un poco más allá... Ciento veinticuatro páginas de literatura sin artificio (sí, es posible).
 
«El descubrimiento de la inferioridad sirve para decir sobre unos mismo. […] En octubre superé el examen, no la lección de mi incapacidad. Ninguna habilidad en nada ha podido corregir la noción de escasez que tengo de mí mismo.»
 «[…] y se tumbaba a leer.»
                                 
«No sé estar con ellos, no me gustan sus juegos.» (y llegar a los cuarenta y ocho y seguir igual…)
                                       
«Pronunciada por ella, aquella palabra no parecía enmohecida»
                     
«Septiembre es un renacimiento de la nariz, vuelven los olores aplastados por el calor.»
                             
«A los diez años creía en la verdad de los golpes. Lo irreparable me parecía útil.»
                                              
«Ningún castigo de esos tres [tres chicos que lo han golpeado fuerte] me arreglaría el cuerpo. Tenía que curarse por su cuenta con las historias de mamá, con el libro que estaba leyendo, con los boquerones fritos, no con el carabinero, la acusación ni la ceremonia de la ley.»
                            
«Eran tiempos en los que se distinguían las partes, y con cuál estar»
                                     
«Hoy sé que sin arrebato de amor se carece de deseo de justicia.»
                          
«Eran jóvenes, hablaban del mundo con la buena voluntad amarga de quienes lo habían visto desmoronarse y tienen que rehacerlo.»
                                
«Amo el agua que se sumerge en caída y no el fuego que se abalanza hacia lo alto y quiere elevarse, encabritarse y disgregarse en cenizas.»
                           
«Podía demostrarle a mamá que era bueno en algo.»
      
«[…] la miraba, con la mirada atascada en ella.»
                               
«Existen dentro de mí cerrazones insuperables.»
                                             
«Son la más potente contradicción de los barrotes, los libros.»
                               
«El encuentro con el sueño, donde lloro sin lágrimas.»
                              
«Son las mismas lágrimas de niño, de impotencia antigua.»
                                                                               
 Erri De Luca, Los peces no cierran los ojos (traducción de Carlos Gumpert), Barcelona, Seix Barral, 2012
 


1 comentario:

  1. este verano prometí aquí regalártelo, y no me ha dado tiempo¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ todavía me queda el consuelo de que compartamos citas, (pronto, espero)
    J1

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