domingo, 30 de septiembre de 2012

Leo este poema y me acuerdo de mis alumnos, de mis ahijados, de mis sobrinos, de todos los chavales que llenan la calle... y de los que no.
 
Hijos nuestros que estáis en la tierra
y seguiréis estando después de que nosotros
estemos bajo ella.
Recordados sean vuestros nombres
por haberlos llenado de esperanza.
Pero tampoco os importe el olvido probable,
porque infinitos son los olvidados dignos de memoria.
El aire y el tiempo están llenos de nombres:
cada generación los respira.
Haced en este mundo la esperanza vuestra y nuestra,
porque nadie la hará por vosotros;
o, al menos, así como nosotros la intentamos,
intentadla vosotros y pasadla más alta todavía.
Ganaos diariamente vuestro pan y vuestra vida,
que nadie os ha de dar mientran tengan la vida y el pan dueño,
pero no sólo el pan y la vida, sino ganaos también
la luz que los oscuros intentan apagar
e iluminad con ella la sombra nuestra de cada día.
Perdonadnos nuestras debilidades
y haced que su recuerdo os dé más fuerza.
Porque nadie jamás os librará de nada
si no os libráis vosotros,
y nada será construido en esta tierra
si no lo construyen vuestras manos,
así como otras manos han hecho por los siglos de los siglos.
Hijos nuestros que estáis en la tierra
y que seréis los padres de los hijos vuestros.
Porque un día los hijos se harán padres,
y todos los padres se harán padres de huérfanos,
y los huérfanos tienen que hacerse padres de sí mismos,
y padres de esta tierra hija del hombre,
de esta tierra terrible, hermosa, sin cielos y sin padre.
 
Jesús López Pacheco, «Hijos nuestros», en Asilo poético. Poemas escritos en Canadá (1968-1990), Madrid, Endymión, 1992


1 comentario:

  1. Brujísima azul, brindo por Pacheco y por todos tus ángeles y te escribo por esta vía en vista de que tu correo no funciona. Va un reenvío de una que no se rinde. Besos.

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    Mi querida Alicia, qué alegría tener noticias tuyas... qué bien que nuestro Felisberto haya obrado el milagro de verte asomar un poquito... y qué bien que tengas ganas de regresar a él, que te necesita, porque mira que era bueno lo que escribiste sobre él...

    Acabo de enviar a Cátedra la versión final de mi antología de prosas de vanguardia, que me ha tenido engolosinada mucho tiempo, así que cuando se publique, que espero que sea pronto, quedamos para hacer intercambio y te doy un ejemplar, ¿te parece?

    Espero que no estés sufriendo demasiado este tiempo infausto que nos está tocando vivir... ojalá este jaleo sirva para que se depuren tantas corrupciones y empecemos algún día un camino de transparencia y honestidad política, es un sueño que necesitamos todos. Mira, te voy a copiar una cosa que releí el otro día, en carta de Antonio Espina a Azaña, en 1934: "Si nuestro país no fuese como es, usted estaría ahora muy cómodo, en su casa, en vez de estar preso en un barco. Pero si España no fuese así tal vez la querríamos menos... Por caprichosa y absurda y casi siempre cruel y arbitraria, excita el amor en nuestra sensibilidad artística. Con idénticas cualidades irrita a menudo nuestro intelecto y nuestra conciencia. Hay que sufrirla. Hay que perdonarla..." Siempre nos quedarán los poetas y el arte, Alimarina. Y entre ellos, nuestro Felisberto.

    Un beso grande
    S.

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