lunes, 30 de julio de 2012

Pues sí que...

Y hablando de la educación sentimental que a veces nos pesa y a veces nos protege,  cuando el otro día leí la declaración de Draghi (cuyo apellido recuerda a dragón, ¿no? A ver cuándo llega san Jorge...): «El BCE hará lo necesario para mantener el euro. Y créanme, eso será suficiente» se me vinieron a la memoria (evoqué, que es un verbo precioso ¿verdad?) dos frases de mi cultura católica:

«Hágase en mí según tu palabra», que le dice María al arcángel Gabriel cuando éste le anuncia su embarazo del Mesías:



La Anunciación, Beato Angélico (s XV)

y: «Señor, una palabra tuya bastará para sanarme», que le dijo el centurión a Jesús (en realidad, era el criado del centurión el enfermo, pero no me negarán que pidiéndolo en primera persona adquiere mucha más fuerza...)


Jesús y el centurión, Paolo Veronese (s. XVI)
                                               
Y nada, la prima (de riesgo) y la Bolsa respondiendo a esas (no benditas) palabras. Y todavía hay quien se atreve a echarme en cara que vivo en la irrealidad y que los libros tienen por lo que les ponen y que claro, así no me entero de lo que pasa (esto me lo dicen cuando comento que no tengo televisión) y que patatín y que patatán.

Total, que nos hacen un montón de recortes cuyo objetivo final es el desmantelamiento de lo público, nos hacen responsables de una deuda que no hemos contraído, nos tienen acojonados con que el país se va al garete, etc., etc., y resulta que el secreto está en las palabras de un señor que, hasta ese momento, muchos de nosotros no conocíamos. Pues para este viaje no hubiéramos necesitado alforjas, porque esto también está en la Biblia: «Lo primero fue el verbo»


Hay que joderse.

1 comentario:

  1. Hay una gran diferencia entre gracia y graciosería. ¿Qué crees que tienes tú?

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