Llegó, con el verano, la época de las juntas de evaluación y de las memorias. ¡Mi reino por un caballo!: veinte mil clases con los alumnos antes que una sola evaluación, antes que la elaboración de una memoria. Y, mientras, pienso en Rich:
«[…], en lo referente a la confianza por simple que pueda parecer,
creo que merece la pena decir que una firme fe en los estudiantes es más
importante que cualquier otra cosa. Todos conocemos aquellos estudios en
educación donde se muestra cómo las expectativas inducidas previamente por el
maestro afectan dramáticamente el aprendizaje durante el semestre. Esta
creencia fundamental no es asunto sentimental: es más bien una exigencia muy
realista concebir a las alumnas y alumnos en su situación y lugar sin perder
nunca de vista, a la vez, dónde podrían estar. Las condiciones en una
institución enorme, urbana, superpoblada, ruidosa, empapada en la polución,
pueden volverse por momentos casi físicamente abrumadoras para los estudiantes
y el personal. A veces, se descubre la apatía, la acidia, la anomalía, en las
caras, en estas aulas recalentadas de los sótanos de un edificio, como en las
caras de un vagón de metro y siento simpatía por su prisa de poder salir en el momento
en que suene la campana. Este también es nuestro contexto, no sólo el pasado de
los estudiantes el mío, sino el momento
presente que compartimos. Yo (y no creo estar sola en esto) me enfurezco
conmigo misma por mi ineficacia, me enojo con mis estudiantes por su
resistencia aparente o su aceptación de la mediocridad, me enojo más aún por
las condiciones políticas que nos imponen reparar y extender el tejido del
lenguaje en condiciones que coaccionan nuestra comprensión de las cosas. A
menudo, sin embargo, esta furia si es que no revierte en nuestros, o se
convierte en desesperación, puede volverse una fuerza iluminadora; los términos
de la lucha por la igualdad de oportunidades están escritos con tiza en la
pizarra: éstos son los obstáculos que los estudiantes han encontrado toda su
vida.»
Adrianne Rich, «Enseñar a estudiantes por libre», en Sobre mentiras, secretos y silencios (traducción de Margarita Dalton), Madrid, Editorial Horas & Horas, 2004.
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