Interesante historia sobre estos pájados de Nueva Guinea y sobre sus nidos aquí (de donde he copiado la foto)
Manuel Rivas lo cuenta así en su relato, incluido en Qué me quieres, amor (Madrid, Alfaguara, 1995):
«Cuando los camiones arrancaron, cargados de presos, yo fui uno de los niños que corrieron detrás, tirando piedras. Buscaba con desesperación el rostro del maestro para llamarle traidor y criminal. Pero el convoy era ya una nube de polvo a lo lejos y yo, en el medio de la alameda, con los puños cerrados, sólo fui capaz de murmurar con rabia: “¡Sapo! ¡Tilonorrinco! ¡Iris!”»
Y José Luis Cuerda lo traslada así al lenguaje cinematográfico (mira que he visto veces esta escena, pues todavía soy incapaz de verla sin llorar...):
Que película tan hermosa,es una de mis favoritas.Yo no sé cuantas veces la he podido ver,son de esas películas que te dejan un grato y emocionante recuerdo, y te hacen volverlas a ver,por enésima vez.Me gusta lo que les intenta inculcar y como es el Maestro,en especial,al pequeño gorrión.Más allá de los conocimientos de la escuela,les enseña la belleza de la vida a vivir con la libertad,la naturaleza,el lenguaje de las mariposas, y ese amor que transmite por enseñar todo lo que él sabe y dar lo mejor de sí mismo.Pero el final, es durísimo, yo pienso en lo dfícil que habrá sido para ese niño vivir con esa "rabia y dolor" de haber tirado piedras a aquel Maestro,desde el punto de la inocencia,sin saber muy bien lo que ocurría y lo que pensaba.En mi opinión es una de las mejores películas Republicanas.
ResponderEliminarJenny