Y una cosa lleva a otra y esa otra suele ser, siempre o casi siempre, mi campamento base. Me lo crean o no me lo crean, abro el libro al azar y dice don Luis:
Tras el dolor, la angustia, el miedo,
Como niño al umbral de estancia oscura,
Será el ceder de la conciencia;
Mas luego recobrada, la luz nueva
Veré, y tú en ella erguido.
Sonreirán tus ojos,
Desconocido y conocido, con encanto
De una rosa que es ella y recuerdo de otra rosa,
Trayendo tu presencia el mundo nuevo
Hasta mí, con el poder de un dios. Entonces
Miraré ese que yo sea,
Para hallarle a la imagen de aquel mozo
A quien dijera adiós en tiempos
Idos, su juventud intacta
De nuevo, esperando, creyendo, amando.
La hermosura que el haber vivido
Pudo ser, unirá al alma
La muerte así, en un presente inmóvil,
Como el fauno en su mármol extasiado
Es uno con la música.
E iremos por el prado a las aguas, donde olvido,
Sin gesto el gozo, muda la palabra,
Vendrá desde tu labio hasta mi labio,
Fundirá en una sombra nuestras sombras.
«El éxtasis», en Vivir sin estar viviendo
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