domingo, 29 de mayo de 2011

Tenía muchas ganas de que un libro me atrapara por los pelos y no me dejara marchar... Hacía tiempo que no me pasaba (creo que el último libro que me produjo esa tensión insoportable de la espera fue Viaje al fin de la noche, de Céline, hace dos años ya...).  También tendrá que ver (así lo pienso) que en los últimos tiempos he leído menos y lo que leía era ensayo... ¡Vaya una a saber el porqué! El caso es que me apetecía ahogarme en una historia porque andaba en cuanto a eso un poco triste. Y el viernes (los libros nos eligen, ya saben) salió del muro-estantería el libro que me regalaron F y G el año pasado por mi cumple: Middlesex, de Jeffrey Eugenides. Y me está encantando. La primera frase es genial (como me gustan) y el resto (por lo que llevo leído, 150 páginas) tiene una escritura evocadora, sutil, erótica y... me hizo reír ya en la segunda página. Entrelaza historias personales con Historia (la guerra entre Grecia y Turquía allá por los años 20 del siglo XX...). Como el amor, los libros eligen siempre el momento y ya podemos estar los demás tirándonos de los pelos por una u otra causa (soledad de amor, soledad de libros) que ellos se mantienen, dignos y distantes, esperando el momento. Y te entregas, claro. No queda otra...

«Nací dos veces: fui niña primero, en un increíble día sin niebla tóxica de Detroit, en enero de 1960; y chico después, en una sala de urgencias cerca de Petoskey, Michigan, en agosto de 1974 […]

Pero ahora, que tengo cuarenta y uno, siento que se acerca otro nacimiento. Tras decenios de despreocupación, de pronto pienso en tíos abuelos fallecidos, en abuelos olvidados mucho tiempo atrás, en desconocidos primos de quinto grado, o bien, tratándose de una familia endogámica como la mía, en todo eso a la vez. De manera que, antes de que sea demasiado tarde, quiero ponerlo por escrito de una vez: ese viaje en montaña rusa de un solo gen a través del tiempo. ¡Háblame, Musa, de la mutación recesiva ligada a mi quinto cromosoma! Háblame de cómo prosperó dos siglos y medio atrás en la falda del Monte Olimpo, mientras las cabras balaban y las aceitunas caían al suelo. Háblame de cómo se transmitió a lo largo de nueve generaciones, invisible y agazapado en el contaminado seno de la familia Stephanides. Y háblame de cómo la Providencia, amparándose en una matanza, aventó de nuevo el gen; háblame de cómo lo lanzó cual semilla al otro lado del océano hasta América, donde empujado por el viento atravesó nuestras lluvias industriales hasta caer en el terreno fértil del vientre de mi madre, en plena región central del país.

Si a veces me pongo un poco homérico, lo siento. También es algo genético.»

Jeffrey Eugenides, Middlesex (traducción de Benito Gómez Ibáñez), Barcelona, Anagrama, 2009 (2ª edición), aunque yo lo estoy leyendo en esa marca de bolsillo que aúna a varias editoriales y que me gusta tanto: Quinteto

1 comentario:

  1. Esto me encanta. Asomarme al balcón de los libros desde tus citas!!! Gracias hermosura

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