«No hay remisión de la responsabilidad: cada uno de nosotros es responsable de su singularidad, de su presente, de la intensidad de la vida, de la juventud y la vejez que pone en juego. Y es el único medio de evitar la muerte: es preciso aferrar el tiempo, mantenerlo, llenarlo de responsabilidad. Cada vez que perdemos esto a causa de la rutina, el cansancio, la depresión o el furor, perdemos el sentido “ético” de la vida. La eternidad es eso: nuestra responsabilidad frente al presente, en cada momento, en cada instante. Se trata de una responsabilidad ética compleja, en cuyo interior toda nuestra belleza interna —y a veces toda nuestra escasez: lo importante es que todo ello sea sincero— deben ser invertidas. No propongo más que un franciscanismo laico y ateo»
Toni Negri, El exilio, Barcelona, El viejo Topo, 1998
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