¡Oh exceso muro, oh torres coronadas
de honor, de majestad, de gallardía!
¡Oh gran río, gran rey de Andalucía,
de arenas nobles ya que no doradas!
¡Oh fértil llano, oh sierras levantadas
que privilegia el cielo y dora el día!
¡Oh siempre glorïosa patria mía,
tanto por plumas cuanto por espadas!
Si entre aquellas rüinas y despojos
que enriquece Genil y Dauro baña
tu memoria no fue alimento mío,
nunca merezcan mis ausentes ojos
ver tu muro, tus torres y tu río,
tu llano y sierra, ¡oh patria!m ¡oh flor de España!
Luis de Góngora, "A Córdoba"
... y el otro del campamento base, Luis Cernuda. Siempre me da tristeza leerlo y, al mismo tiempo, cierto sosiego y alegría (ya, ya, es una contradicción...) que tiene que ver con el reconocimiento de la belleza. De la belleza de los solitarios. Habla de la imposible historia de amor entre Felipe II y María Tudor ("Bloody Mary"). Se titula (obvio), "Águila y rosa". Me encantan estos poemas en los que Luis Cernuda se recrea en los versículos y narra una historia presentando las imágenes en versos así, de largo aliento, como el que yo contengo cuando los leo...
Lo que el bisabuelo sembrara, el padre quiere cosecharlo,
Y para su codicia de coronas, ocasión es ésta
De añadir una más. En su rincón, Castilla nada dice,
Mas paga, como siempre, con dinero, con sudor, con sangre.
Una vez protestó. ¿Y ahora? De nuevo va al tablero su destino.
Cuando el príncipe toca puerto en Inglaterra, es el verano.
El cielo envía entonces alguna luz sobre la isla,
Regocijando tierra adentro tantos prados morosos,
Y a la sangre invernal la despierta y provoca.
Aunque sólo dure unos días, la luz parece eterna.
Dura tarea es, y fastidiosa, la del poder, caído
En sus manos tan mozas todavía, y sin costumbre
De la tierra y la gente, que acaso no le quieren y recelen,
Pero sobre la cual debe reinar, bajo la cual debe doblegarse,
Postergando el ser propio y sus modos de España.
Festivos trajes toda, mas semblantes nublados,
La muchedumbre está en el puerto, y le mira
Entre curiosa y enemiga, como al que viene de otro mundo.
Esa debe regir. Su voluntad es grande y está pronta
A la llamada del destino, frente a la cual no hay vuelta.
Pendones y estandartes le saludan, y el mozo, a quien dotara
Tan bien naturaleza en apariencia y pensamiento,
Un poco en su reserva cede y en su distancia otro,
Para hallar el latido de aquellas criaturas,
Aunque todo parece, allá en su mente, remoto, inabordable.
Ella en su camarín espera, casi marchito el cuerpo,
Dentro del cual la adolescencia no vivida tiembla
De deseo y angustia, las galas suntuosas subrayando
El empaque monástico, en los labios la difícil sonrisa,
En la mano esa rosa, esa esperanza del amor tardío.
Si a la herencia paterna, densa de infamia y crimen,
La materna rescata, limpia en el sufrimiento silencioso,
Tras los años de escarnio, su Dios quizá le debe
Un pedazo de dicha, algo que alivie el dejo amargo
De la vida, aunque sea ahora, cuando la mocedad se ha ido.
Repican las campanas y vibran las trompetas,
Todo el aire está lleno de un rojo son metálico,
Como alfombra del príncipe. Encima el cielo abre
Su más pomposo azul, sus nubes más marmóreas.
Ella supo esperar, desesperando, la llegada.
¿No es la voz del arcángel ese clamor que oye,
Como salutación del hijo que ha de encarnar su vientre?
En el dintel está. Por sus ojos nublados entra en la imagen<.
Negra figura airosa, relámpago dorado del cabello,
Azul de unas pupilas que a las suyas se cruzan.
Mas la gala del mundo no es la fiesta del cielo,
Y con ceño nublado amanece a las bodas,
Aunque azul está en ella, y brilla en diamantes
Sobre la seda alba, y templa en voces puras.
Postrados ante Dios, María y Felipe son unos en la carne.
Ama Felipe la calma, la quietud contemplativa;
Si un mundo bello hay fuera, otro más bello hay dentro.
Quiere vivir en ambos, pero estos seres sólo
Viven afuera, y el ocio fértil de la mente les aburre.
Por eso él debe ahora hacer jornada activa y practicar deportes.
Cuán bien lo disimula su aburrimiento. Habla, bebe,juega.
Domesticado creen al tan soberbio mozo. Mas sabe el sutil modo
De servir cuando manda, de exaltarse cuando así se humilla,
Y de su entrañaa veces vienen dichos preñados de futuro:
"Prefiero no reinar, a reinar sobre heréticos".
Aunque vencido su disgusto es afable o lo parece,
Y dice blandamente, cuando uno temeroso se le acerca, "Sosegaos".
No se lo perdonaron, no le perdonan nunca.
Este miedo que en su presencia les doblaba.
Aún por eso le odian, odiando ahí aquella imagen de sí mismos.
Así murmuran de él. Así le envidian. Y con rabia
Denigran su grandeza, que no sabe prestarse
A los prácticos modos de engañar la conciencia,
A la nación de hormigas la tierra socavando,
Al pueblo de tenderos acumulando, y no siempre lo propio.
Ella gobierna y calla; ama y en el hijo confía,
Como aguardó al esposo, aguardándole ahora
Y al creerle llegado el gozo la hace joven.
Pero todo fue engaño; rezó y esperó en vano.
Y con el hijo ve escapar al esposo juntamente.
El mozo castellano, lejos de cuanto es suyo,
Haciendo de marido junto a la reina estéril,
Junto a un pueblo relapso de monarca católico,
Mira a sus españoles, pero nada les dice.
"Sácame de aquí, ay, Dios de mi tierra", canta un día un soldado.
Ya la pausa es bien larga, y la impaciencia es grande.
Su alma no está aquí, sino donde ha nacido.
Su centro está en su tierra, su hogar, al que será tan dulce
Cuidarlo, dirigirlo. Ni el mismo amor podría
Acaso retenerle. Y a esta mujer ¿la ama?
No son los nuestros afectos ni tareas
Si en tierra que no es nuestra los hallamos.
¿Pudo sino marcharse? Su mano juntos tuvo
En la pausa imposible, como en la del poniente
Luz y sombra,el cetro contrario de los pueblos.
Ya no le queda a ella sino morir a solas,
Sin hijo y sin esposo, mirando el cielo bajo
Que pesa como losa anticipada. Pero su vida ha conocido,
Si no la flor, su sombra; entonces no fue estéril,
Y valía la pena de vivirse, con toda esa amargura.
Y a él, hacer que el mundo escuche y siga
La pauta de la fe. Pudo mover a los hombres,
Hasta donde terminan los designios humanos
Y empiezan los divinos. Ahí su voluntad descansa.
Con ese acatamiento reina y muere y vive.
Luis Cernuda, "Águila y rosa", en Con las horas contadas
... Y otros con camisas negras:
Esta mañana una compañera me ha dicho que Anguita (don Julio) dijo que en Córdoba son "comunistas por la gracia de Dios"... Me gusta (mucho) esa idea, a pesar de ir al congreso ácrata, ya ven, las contradicciones...
Hola, te invito a mi blog!
ResponderEliminarEs un blog de reseñas literarias y literatura en general, en el que también hay de tanto en tanto algún sorteíllo de libros.^^
www.legrimoiredenyneve.blogspot.com
Si te gusta, siguelo, asi podras estar al tanto de todas las actualizaciones!
Soy más de Lorca, pero me han gustado tus elecciones, especialmente el de Cernuda.
Y de los videos... Medina..(L) Aunque no me guste nada esa versión, prefiero la original de Triana o la que más recientemente han hecho los de Lujuria...XD
http://www.youtube.com/watch?v=AZfna4HBdTA
ResponderEliminar(Otra sonrisa "tonta"; sigo sin saber insertar emoticonos en los comentarios de blog).
ResponderEliminarLo ves? Lo ves? "Malas persona" estos...