"Si Jesucristo volviera a la tierra, no se encontraría con el Gran Inquisidor de Dostoievski, sino con un consejo de administración que trataría de rentabilizar su esfuerzo. Cristo caería inevitablemente en un mercado que no podría controlar; se vendería a sí mismo como servicio redentor y tendría que negociar forzosamente. No podría evitar que sus palabras, su imagen, sus ideas, se convirtieran en mercancía. Incluso sus milagros sólo funcionarían con un buen marketing y el apoyo de algunos mass-media"
Pablo Sánchez, El alquiler del mundo, Barcelona, Destino, 2010
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