domingo, 14 de noviembre de 2010

I
A Javier Marías no le gusta (lo leí en alguno de sus artículos) que se diga que un libro, una película, o cualquier otra cosa es imprescindible. Pero sí hay cosas imprescindibles. Una de ellas, esta entrada de Gonzalo Hidalgo Bayal hoy en su blog... Se puede vivir sin un montón de cosas, sí, pero no todo es respirar...
II
Por otra parte, mi compañera A. (¡gracias!) me invitó al Auditorio, que está celebrando un aniversario de Gustav Mahler. (además de un ciclo genial sobre música y cine... ¡Mooola!). Hace un par de días copié un fragmento de la novela de Belén Gopegui, Deseo de ser punk que decía: "La música, la de verdad, no suena: te atraviesa el cuerpo de parte a parte". Me reafirmo y confirmo... Y mira que a mí la literatura me traspasó ni sé cuándo, pero es que la música reclama de todos los sentidos (la literatura sólo a veces, según creo). Y ahora, que estoy releyendo De la felicidad, de García Calvo, pienso, y pienso que  mis momentos gozosos tienen que ver, de una manera u otra, con la música... ¡Pedazo de coro, pordiós!...
Aunque, claro, siempre al final me espere una letra, como ésta Oda a Francisco Salinas, de Fray Luis:
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El aire se serena
y viste de hermosura y luz no usada,
Salinas, cuando suena
la música estremada,
por vuestra sabia mano gobernada.
.
A cuyo son divino
el alma, que en olvido está sumida,
torna a cobrar el tino
y memoria perdida
de su origen primera esclarecida.
.
Y como se conoce,
en suerte y pensamientos se mejora;
el oro desconoce,
que el vulgo vil adora,
la belleza caduca, engañadora.
.
Traspasa el aire todo
hasta llegar a la más alta esfera,
y oye allí otro modo
de no perecedera
música, que es la fuente y la primera.
.
Ve cómo el gran maestro,
aquesta inmensa cítara aplicado,
con movimiento diestro
produce el son sagrado,
con que este eterno templo es sustentado.
.
Y como está compuesta
de números concordes, luego envía
consonante respuesta;
y entrambas a porfía
se mezcla una dulcísima armonía.
.
Aquí la alma navega
por un mar de dulzura, y finalmente
en él ansí se anega
que ningún accidente
estraño y peregrino oye o siente.
.
¡Oh, desmayo dichoso!
¡Oh, muerte que das vida! ¡Oh, dulce olvido!
¡Durase en tu reposo,
sin ser restituido
jamás a aqueste bajo y vil sentido!
.
A este bien os llamo,
gloria del apolíneo sacro coro,
amigos a quien amo
sobre todo tesoro;
que todo lo visible es triste lloro.
.
¡Oh, suene de contino,
Salinas, vuestro son en mis oídos,
por quien al bien divino
despiertan los sentidos
quedando a lo demás amortecidos!
.
y III
.
Leo esta noticia y me pregunto si este trabajo, iniciativa en jerga, no deberían llevarlo a cabo las Bibliotecas Públicas...

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