miércoles, 20 de octubre de 2010

El viernes pasado estábamos en Casablanca tomando una cerveza cuando A le dijo a D que mi blog era "cultureta". La verdad es que no me molestó pero me hizo pensar, sobre todo ese sufijo que, en principio, pudiera resultar peyorativo. Sin embargo, para mí "cultura" no es conocimiento atesorado por un grupo que somete a los otros por su posesión del saber, es decir poder, sino las diferentes maneras en que miramos el mundo dependiendo, eso sí, de nuestra formación. Y mi formación, ¡qué le vamos a hacer, si fui una adolescente gordita!, fue literaria (y eso que fui "niña de formación profesional"). Pero la literatura... era otra cosa. No era cultura, ni formación, ni título. Para mí era escape, libertad y placer. 
...Hay cosas de esa literatura que tan lejos estará de muchas gentes humildes (que diría Orihuela) que a mí me interesan porque, de alguna manera, creo que cuentan algo de todos, algo que nos hermana y digo yo que, tal vez por eso, alguno, en algún momento de la historia, tuvo el impulso de apropiárselo... Hacer conscientes a los chicos de ese robo histórico es parte de mi trabajo... sin coderas en las chaquetas (ver los Simpson de hoy...)

"Esa que dejaste  para las fieras, malvado Teseo, vive aún, y ¿quieres que lo haya soportado sin inmutarse? Me encontré con que toda la raza de los animales salvajes era mejor que tú, y que no estaba peor en manos de cualquiera que en las tuyas. Esto que lees, Teseo, te lo mando desde aquella playa en la que me traicionasteis el sueño y tú, que con alevosía tendiste una trampa a mis sueños.
...Era el momento en que la tierra acaba de esparcir los cristales de la escarcha y se quejan los pájaros ocultos en las frondas. Sin acabar de espabilarme, atontada de sueño, moví las manos medio dormida para abrazarme a Teseo: no estaba; vuelvo a echar los brazos y busco otra vez pasando los brazos por toda la cama: no estaba. Los miedos me despejaron el sueño; me incorporo aterrada y de un salto salgo del lecho vacío. Resonó al punto mi pecho a los golpes de mis palmas y tiró de mis cabellos, despeinados como estaban del sueño. Había luna; me esfuerzo por ver algo más allá de la costa; pero mis ojos no alcanzan a ver nada más allá. Corro sin tino de acá para allá, de un lado a otro [...]
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Ovidio, "Ariadna a Teseo", en Cartas de las heroínas
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