jueves, 30 de septiembre de 2010

Porque se lo debo a Garcilaso...

Si Garcilaso volviera,
yo sería su escudero,
que buen caballero era.
Mi traje de marinero
se trocaría en guerrera
ante el brillar de su acero;
que buen caballero era.
¡Qué dulce oírle, guerrero,
al borde de su estribera!
En la mano, mi sombrero;
que buen caballero era.
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Rafael Alberti escribió este poema en 1924 y así encabecé yo el tema 47 que me tocó y que defendí en las oposiciones... Esta entrada bien podría ser Sí, creo en los ángeles (vii).
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J1: por nuestros suspiros de entonces al nombrarlo... Y de ahora.
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