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Fue uno de esos momentos en los que siento no haber tenido a mi Laurita porque me encantaría apuntarla a este taller. No me digan que no es metáfora exacta de la vida: ella, tan bonita, con esos brazos tan fuertes agarrando las cuerdas de su trapecio y ese gesto de alegría y vértigo en la sonrisa... Y mientras escribo esto, me viene al recuerdo la viñeta del del 25 de agosto del gran Liniers:
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La vida, la enseñanza. En fin...
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