jueves, 15 de julio de 2010

Vengo de ver en la Casa Encendida la exposición Quinquis de los 80. Cine, prensa y calle. Me pregunto qué morbo, o qué primaria necesidad, nos lleva a sentir fascinación por lo marginal. En la exposición se habla mucho de ese cine supuestamente biográfico que mitificó esta delincuencia (Deprisa, deprisa; Perros callejeros; El pico; El Vaquilla...). Hay un espacio que simula "los billares", las salas de recreativos, con discos de la época colgados (Camarón, Las Grecas, Los Chichos, Los Chunguitos, Bordón 4..). Como León Felipe se sabía todos los cuentos, yo me sé (casi) todas esas canciones... Y siento una profunda tristeza porque todos esos "héroes" están muertos. El Vaquilla lo dice en una de sus últimas entrevistas: "las películas me convirtieron en un mito para esos chicos que, por muchos causas, ven en la delincuencia la única salida... Eso me da pena" (reproduzco sus palabras de memoria). Veo las mentiras en su detención, por ejemplo, cuando, dirigiéndose a la prensa, dice: "estoy herido, me han pegado un tiro"... Es mentira, pero él sabe el poder de los medios de comunicación. Sabe que supuestos abusos pueden beneficiarle (lo que tal vez no tenga tan claro es la profundidad de otros abusos).
.....¿Qué nos lleva a sentir solidaridad, simpatía, por esos personajes cinematográficos o literarios, que, en la vida diaria (no diré real, puesto que esto también lo es, sólo que tiene otra forma de expresarse), nos dan miedo, de los cuales huimos? Y no es una cuestión de los 80, les recuerdo el éxito obtenido este mismo año por Celda 211... Sinceramente, ¿quién estaba al lado de los policías, de los funcionarios?... Nadie, todo el mundo salía (a mí es que me gustaba más otro...) fascinado por Malamadre (como sabíamos que era Luis Tosar... Y no Malamadre...). 
.....Cuando vienen amigos al barrio, se quedan asombrados al ver a los yonquis que esperan los coches de la cunda... Y los temen. Yo nunca los he temido. Voy a ser idealista, pero nadie como ellos me dice: "rubia"... Por supuesto que me molestan algunas cosas, pero, por encima de esas molestias, me puede la conciencia de saber que ellos son víctimas de un negocio que ha hecho millonarios a personas a los que muchos jueces, muchos policías, protegen. Me disculpan, pero me parecen la parte más débil de un sistema envenenado.  Víctimas que ejercen  de verdugos para conseguir un pico... Es fácil señalar al culpable directo: el que roba, el que se pincha, el que no acata las órdenes (cuando te toca algún alumno así, es, se lo aseguro, muy fastidiado). Pero sigo preguntándome hasta qué punto, de alguno manera, nos son necesarios. Porque su fragilidad se advierte desde lejos... Llegan al poblado y los que les venden la droga les tiran piedras, los vecinos les montamos manifestaciones, la policía les para continuamente... Una única obsesión: conseguir lo suficiente para el próximo chino, para el próximo pico...
.....Y lo que más me ha llamado la atención. En la exposición hay un pequeño fragmento de una película-documental dirigido por J. González Morandi y Paco Toledo. Se titula Can Tunis y habla de este barrio (hoy ya inexistente) barcelonés. En youtube tienen las otras partes... Escuchen a este cani hasta el final... Pero duele, se lo advierto también.

    

4 comentarios:

  1. Hola, diletanta. Así me lo parece, sí. La verdad es que hay mucho de mi "educación sentimental" en la exposición pero... ¡caray si uno se pone a reflexionar!... Este cani tiene 11 años... Y su discurso es fluido, forma más parte de él que esos hermosos ojos... Y lo jodido es que todos sabemos cómo acabará... Y lo que se llevará por delante mientras, ¡ojo!, que lo que hay es lo que hay: la injusticia y la violencia genera sólo y exclusivamente injusticia y violencia.

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  2. Tremedo y desafortunadamente actual. La música de los quinquis ha sido la de mi barrio y problablemente de todos los barrios de la periferia de las grandes ciudades, la de los yonquis pero también la de los currelas, la de los baretos, durante los setenta y ochenta. El problema en muchos lugares se ha maquillado, el pico cayó con la vida de todos aquellos a los que les asestó el "garrote vil" pero muchas de las calles siguen atestadas de camellos de otros productos que se consumen por un porcentaje importante de jóvenes y no tan jóvnes, que les enganchan y les anulan.Las causas del problema siguen estando ahí desde los setenta y no parece que nada, más allá del mero maquillaje de las calles, vaya a cambiar.
    Saludos Alicia

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  3. Gracias por tu visita, Mak Histerik. En mi barrio grafitean en las paredes una plantilla de alguien esnifando coca y con el lema: EL PODER QUIERE ESCLAVOS FELICES...

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