viernes, 30 de abril de 2010

Buscando cosas...

Antonio, nuestro tecnólogo de cabecera, leerá este poema el día 28 (*):

Pintada, no vacía:
pintada está mi casa
del color de las grandes
pasiones y desgracias.

Regresará del llanto
adonde fue llevada
con su desierta mesa,
con su ruinosa cama.

Florecerán los besos
sobre las almohadas.
Y en torno de los cuerpos
elevará la sábana
su intensa enredadera
nocturna, perfumada.

El odio se amortigua
detrás de la ventana.

Será la garra suave.

Dejadme la esperanza.

Miguel Hernández, "Canción última", en El hombre acecha (1937-1939)

(*): si le da la gana y logramos convencerlo de aquí a entonces...

2 comentarios:

  1. Precioso poema. La angustia siempre nos presenta una pequeña rendija por donde se cuela la esperanza.

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  2. Gracias por tu comentario, Valle.

    Es hermoso el poema sobre todo teniendo en cuenta cómo es la "Canción primera" del mismo poemario:

    Se ha retirado el campo
    al ver abalanzarse
    crispadamente al hombre.

    ¡Qué abismo entre el olivo
    y el hombre descubre!

    El animal que canta:
    el animal que puede
    llorar y echar raíces,
    rememoró sus garras.

    Garras que revestía
    de suavidad y flores,
    pero que, al fin, desnuda
    en toda su crueldad.

    Crepitan en mis manos.
    Aparta de ellos, hijo.
    Estoy dispuesto a hundirlas,
    dispuesto a proyectarlas
    sobre tu carne leve.

    Ha regresado el tigre.
    Aparta o te destrozo.

    Hoy el amor es muerte,
    y el hombre acecha al hombre.

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