jueves, 25 de febrero de 2010

Tengo muchas noticias culturetas que contarles, pero lo que en realidad me apetece contarles es que he hecho un descubrimiento lexicográfico sobre mí misma: en mi diccionario personal, ese que vamos construyendo cada uno con significados de nuestra experiencia, no existe la palabra amargura, ni amargada.
.....Existe triste, muy triste, tristísima y completamente triste (aunque este adjetivo no admita ese adverbio).
.....Tal vez coqueteos con la depresión (que es la manera que la globalización y el lenguaje políticamente correcto da a la tristeza para transformar una emoción en una enfermedad)
.....Tristura, como ese libro de Elena Quiroga que tanto me gustó...
.....Pena: pena negra, pena penita pena...
.....Desconsuelo... Sí, y lo siento por algunas personas que me lo brindaban continuamente.
.....Angustia: pensar que no se acababa, que no tenía final, que eran etapas y que cada etapa era peor.
.....Agobio porque el tiempo pasaba... Dolor.
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.....Pero nunca amargura. Nunca.
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.....Lo cual probablemente no signifique nada, pero es que de repente me he dado cuenta de que es así (digo, a lo mejor tiene que ver que estamos con los campos semánticos...)

1 comentario:

  1. ¡Qué puñetera, pero qué hermosa suena la amargura!

    Crímenes Perfectos.

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